Sábato. Algunas reflexiones sobre el acto de escribir: ¿Quién puede escribir? ¿Quién puede ser considerado un escritor?





Existe una proliferación de publicaciones literarias y de escritores. Se escuchan quejas que ponen en duda quién debe de escribir y quién no, quién se puede considerar un escritor y cual otro no. Me gustaría hacer algunos comentarios de El escritor y sus fantasmas de Ernesto Sábato, libro que ya había leído hace bastantes años y del cual tenía algunas notas que hablan acerca del acto de escribir.  

Primeramente, me gustaría hacer una aclaración para mi necesaria desde el inicio y es en relación a nombrarse como escritor o poeta. El ser un escritor o poeta, el ponerse algunos de esos titulus, el serlo, el ser conocido como tal, no corresponde a una categoría de profesión, ser escritor, es un oficio. No hay ningún lugar en el planeta que entregue un título que diga “usted es un escritor certificado” (y si lo hay, existen buenas razones para dudar de su veracidad) no hay algo que le diga a usted que no puede publicar un libro, o que no puede escribir sin publicar en su casa o en su trabajo, o donde usted quiera, esto sería equivalente a prohibirle hablar. Los oficios no están regulados, por ejemplo pensemos en el oficio de zapatero. Si, ser escritor es como ser un zapatero, un albañil, un ebanista, no hay un título universitario que lo nombre como tal, simplemente, se sabe o no el oficio. Una de las características esenciales de los oficios es que se aprenden informalmente, me refiero, a que no se aprenden en una academia que tiene una estructura universal, como lo puede ser la universidad. Sin embargo los oficios tienen una estructura de aprendizaje, se aprende a la par de un maestro, se aprende observando, por ensayo y error; un oficio se transmite oralmente, de maestro a alumno, o por la observación y repetición mimética de lo observado. 
            Otro punto importante antes de iniciar con las notas de Sábato, la literatura no está estructurada como una religión, como por ejemplo la iglesia católica en donde hay un concilio o varios que definen y ordenan a los sacerdotes que deben cumplir ciertos requisitos y monopolizan las relaciones con dios. Para el canon católico sólo es posible confiar en las personas que están sujetas a Roma, quien está fuera de ese lugar, dentro de las indicaciones legales de los diferentes concilios, está fuera de lo aceptado y son herejes o hermanos separados. En la literatura no existe ninguna institución que “ordene” a los escritores como sucede en las religiones. No hay un pontificado que diga quién debe ser leído o quién no.  Entendemos que el escritor se debe a un oficio y no a una profesión que está regulada por programas de carrera, requisitos de estudio, créditos académicos.

No podría imaginar a alguien que hizo un técnico en escritura creativa, no podría entender que alguien diga dentro de un año tengo la práctica profesional como escritor, sería bastante absurdo porque el escritor se forma de otra manera. Con esto no estoy invalidando lo que se enseña en las universidades, pero la universidad no forma escritores. Pongamos el ejemplo de la filosofía. ¿Quién es un filósofo? ¿El que estudió filosofía, o el que hace filosofía? Evidentemente es el que hace filosofía, lo que no invalida que otro estudie la historia del pensamiento. Nietzsche por ejemplo tenía otra profesión a la de filósofo y se destacó como uno de los mejores pensadores del siglo veinte. También se podría poner el ejemplo del psicoanálisis, pero la idea, creo está, bastante clara.



1.                 La obsesión 

Sábato afirma que el escritor "tiene que tener una obsesión fanática, nada debe de anteponerse a su creación, debe de sacrificar cualquier cosa a ella. Sin ese fanatismo no se puede hacer nada importante" Pero poseer este fanatismo no garantiza que se va a llegar a ser un buen escritor, y si se es un buen escritor, tampoco garantiza que va a llegar a poseer fama, ni siquiera asegura que será leído. El esfuerzo no es garantía de éxito, las horas que se dedican al teclado no van a ser retribuidas en aplausos o regalos para el escritor o premios literarios. Sin embargo este comentario sirve si ampliamos la tarea del oficio del escritor. Escribir tiene varias facetas y una de ellas (y quizás la más importante) es la lectura. Leer tiene la finalidad de conocer el objeto de trabajo, y crear la materia prima de las obras que se van a escribir. Sin conocer que se está escribiendo y sin conocer que se ha escrito, es prácticamente imposible ser un buen escritor. Otra de las finalidades es que amplía el conocimiento de diversas culturas, de la historia, de otros mundos en los cuales el escritor no nació, pero que igualmente pueden llegar a ser material que renueve o que inicie su periplo hacia una nueva obra.  Esta obsesión y fanatismo debe de estar relacionado con  el saber, el aprender, el querer ver más allá de las tres dimensiones del teatro y de las cuatro del cine, tiene que ver con una compulsión a crear un quinto espacio. 

Cualquiera que empiece a escribir no empieza desde la pasividad, no piensa que debe de aprender, su pasión y fanatismo es lo primero que encuentra y lo que debe de dominar, es como un niño cuando quiere aprender a jugar algún deporte, comienza pensando que ya lo sabe todo porque logró patear el balón, se encuentra emocionado, pero es solo un inicio, seguirá luego de eso la frustración consecuente con su deseo de jugar, se dará cuenta que no es el único que patea una pelota, y que otros niños de sus misma edad, son mejores que él, que están más avanzados. Con la literatura pasa exactamente lo mismo: hay un encuentro, un deseo que se despierta, una frustración y allí es donde se inicia a entender de qué se trata el oficio de escribiente.

El fanatismo del que habla Sábato no hace alusión a los sueños de ser escritor, hace referencia al rigor con el cual se debe de emprender la búsqueda de lo que se quiere decir y cómo se va a decir. Tampoco tiene que ver con el deseo de algunos escritores por ser reconocidos y quejarse constantemente porque no son tomados en cuenta en los festivales literarios. Estos se desvían del interés por escribir y sólo quieren ser reconocidos por encima de sus mismas obras. Aquí se abre un nuevo espacio y es el poder. El poder no es solo una característica de la política, la búsqueda del poder se da en todas las áreas que pretendan institucionalizarse, o que estén institucionalizadas,  por ejemplo las universidades, los hospitales, los partidos políticos o las religiones.  

La idea de fanatismo tiene que ver también con soportar las frustraciones diarias. Escribir bien, por más que se tenga talento tiene un índice alto de dificultad, los años pasan y las obras aún siguen en las gavetas de los escritorios o en la memoria de las computadoras sin ni siquiera estar impresas como un borrador para empezar una revisión. La literatura es el arte más lento de todos. Luego de eso, están las posibles negativas de las editoriales para publicar la obra. Si, sólo una persona que sea lo suficientemente obstinado y que se jurara como único recurso para su vida el escribir (no basta sólo con eso: el destino, el azar tiene su parte) logre un trabajo de calidad. Ahora me dirán algunos que la obra de arte cuando surge carece de tiempo cuantificable y pondrán el ejemplo de Tolstoi, Charles Dickens o Robert Stevenson, todos escribieron relatos célebres en menos de un mes. Cierto, pero una obra literaria se crea antes de estar escrita, mucho tiempo atrás. Borges, en su poema Un soldado de Urbina habla acerca de Miguel de Cervantes y refiriéndose a sus caminos fortuitos, llenos de turbulencias y pobreza, escribe:

Contemplaría, hundido el sol, el ancho
campo en que dura un resplandor de cobre;
se creía acabado, solo y pobre,

sin saber de qué música era dueño;
atravesando el fondo de algún sueño,
por él ya andaban don Quijote y Sancho.

Hay quienes actualmente la palabra trabajo en literatura les horroriza. Sábato en este párrafo que titula "La condición más hermosa del creador" no menciona este rigor, y el trabajo exhaustivo que se debe de hacer para construir la experiencia literaria.  Los procesos literarios son opuestos a las sociedades actuales, donde todo tiene un precio y aumenta de valor en cuanto y en tanto sea más rápido. La literatura no es amiga de la velocidad.

Esta idea del fanatismo de Sábato tampoco tiene que ver con la cantidad de obras publicadas y mucho menos con cuantas horas se escriba al día. Se puede escribir ocho horas seguidas y de esas ocho horas encontrar que sólo una tercera parte de lo escrito es bueno y merece ser publicado, o quizás nada de aquello sea merecedor de esa suerte. 
El fanatismo del cual habló Sábato es más complejo que un enamoramiento adolescente por la literatura, es más bien un trabajo constante y riguroso. Esa es la terquedad a la que Sábato hace referencia y no tanto a la idealización de la literatura y al arte, muy característico en estos días. Esta sólo existe como fase previa, pero no puede crecer en el tiempo.  

2.        "Se escribe para buscar la condición del hombre, empresa que ni sirve de pasatiempo, ni es un juego, ni es agradable"  

            Que el formato del texto y la técnica utilizada puedan hacer a la obra literaria más amena, más digerible para el lector, es una cosa, pero la ligereza a la hora de tratar las temáticas expuestas es otra. Existen libros que poseen una formidable calidad técnica, pero su contenido no dice mayor cosa, recurren a lugares comunes y no evocan este espacio de revelación, como lo expresa Sábato: "Cuando hemos terminado de leer  El proceso no somos la misma persona que antes (y seguramente tampoco Kafka después de escribirlo)”  

La narrativa por la narrativa es algo que sirve para entretener de la misma manera que entretiene un reality show. La literatura de la cual hablaba Sábato descompone la existencia, la desmenuza y llega a sus espacios más oscuros. Los escritores de oportunidad se destacan por su poca apertura para integrar diferentes temas, para relacionar elementos, son bastante limitados, en diferentes áreas del saber humano y esto los hace apropiarse de ideas absolutistas y totalitaristas. Sus opiniones son como sus libros, aunque puedan estar bien escritos, sus ideas uno las puede encontrar, incluso más originales, entre personas que no tienen interés de escribir. 

Sábato nos dice que es necesario el conocimiento del lenguaje escrito,  pero lo es más importante, el saber acerca del ser humano y de su condición, el interrogar al hombre, a los astros y a los dioses.  Escribir una novela, un cuento, hacer un poema es mucho más que escribir correctamente. Tiene que haber desprendimiento, resignificación de los significantes, construir con la realidad otra realidad que a la vez es explicativa y reveladora. Kundera, en el arte de la novela, decía que su herencia era la de Cervantes, señalando un elemento similar al que apunta Sábato "La novela a descubierto por su propios medios, por su propia lógica, los diferentes aspectos de la existencia: con los contemporáneos de Cervantes  qué es la aventura; Con Samuel Richardson comienza a examinar lo que sucede en el interior"  En muchos de los escritos actuales se olvida que el ser humano tiene la necesidad de saber, primera frase de la metafísica de Aristóteles, algunos de los escritores actuales han dejado de seducir al lector con el saber, se han limitado a trabajar el dato y no a responder las preguntas que llenan de angustia al ser humano actual, ellos renunciaron a “descubrir por su propia lógica” el saber a través de la obra literaria,  y en sus libros se rescata solo una narración que se queda en historicidad. El Olvido del ser del cual habla Kundera citando a Heidegger, es  el ser humano simplificado, arrancado de su capacidad de preguntarse por la muerte y por el sentido de su existencia, incapaz de explicar su momento histórico en el aquí y el ahora y mucho menos, generar una alianza con el futuro, alianza, que tienen las grandes obras literarias. En la ficción se alcanza una posible realidad que abarca los defectos o los vicios de la época en la cual está siendo escrita la novela, este es el caso de Huxley, sólo por citar alguno. El escritor como descubridor ha dejado su paso a un escritor "profesional" que busca ser leído, que busca tener contactos para que le publiquen sus novelas, un escritor de lobby. ¿En qué momento alguien que esté tan ocupado con sus letras diplomáticas podrá escribir para que su vida no sea la misma, esa escritura que no es juego ni es agradable? Cada quién hace lo que puede decía mi maestro de psicoanálisis, y bueno, lo que hacemos en este momento es lo que podemos. En este sentido las luces del estrellato, las luces del vivir un estilo de vida comercial, de historia de escritor de Hollywood, de Dalí en su etapa final,  es más fuerte que el deseo de trascender y de escribir desde el inicio, empezando por una formación suicida y obsesiva.

Mucha de la literatura actual cede su paso ante lo que menciona Kundera "Hoy, la modernidad se confunde con la inmensa vitalidad de los medios de comunicación de masas, y ser moderno significa un esfuerzo desenfrenado por estar al día, estar conforme, estar más que conforme"  En su mismo discurso en Jerusalén, Kundera dice "Los novelistas que son más inteligentes que sus obras deberían de cambiar de oficio" ¿Un poco drástico? Quizás, pero sucede que el culto al yo busca dejar de lado el esfuerzo y se centra en la imagen del escritor, restándole fuerza a la actividad principal. El trabajo del escritor es el menos reconocido si se quiere, si hablamos escénicamente a nivel de lo imaginario: la literatura es el campo de lo simbólico. "La novela es el paraíso imaginario de los individuos. Es el territorio en que nadie es poseedor de la verdad... pero en el que todos tienen derecho a ser comprendidos" (Kundera)  Sin embargo para construir una verdad, es necesario invertir en muchas heridas, los golpes de esa tarea poco agradable. 

Por estas razones Sábato iba a decir que no hay temas grandes, ni temas pequeños: lo que hay son escritores pequeños y escritores grandes. Actualmente solo hace falta que los escritores contraten los servicios de un analista de mercado para saber cuáles son los temas que más le gustan a la gente. El gustar lo es todo y es cierto, debe de haber un compromiso comunicativo y valores indiciales, pero el manejo de la pompa literaria es contradictorio con el sentido de insurrección de la literatura, bien ejemplificado en el surrealismo, paradigma de todo acto creador. 

3.      “Hay literatura grande y sin embargo minoritaria: Kafka.
Hay literatura grande y mayoritaria: El viejo y el mar"

Hoy, se busca, incansablemente a los mejores de la literatura, modernos y  vivos, como lo decía Kundera. Se buscan los sucesores y los que superen a los escritores más celebres que dejaron una huella imborrable. Se hacen listas, se hace comercio y no del sano. Estamos al servicio de los postulados de eficiencia y de mercado. Se ha hecho de la literatura una casa de apuestas, una carrera de caballos en donde impera la unicidad. El camino de la literatura se reduce a un discurso de poder que viene de la universidad y los académicos que enseñan literatura y de las editoriales y sus criterios de publicación en combinación con los medios de comunicación masivos. Se ha institucionalizado la literatura o hay un interés por institucionalizarla. Estos intentos han existido siempre en todas las épocas, sin embargo, ahora tiene mayor sentido y esto se debe a la facilidad (tecnológica) con que cualquier persona puede llegar a publicar un libro.

Hablar de Kafka nos resultará oportuno. Para la mayoría de sus contemporáneos Kafka era simplemente un burócrata, en vida, sólo pudo hacer algunos escasos intentos por publicar sus obras y luego fue posible que llegara hasta nuestros días por su amigo Max Brod, quien faltó a su palabra y publicó sus libros habiendo prometido a Kafka quemarlos cuando él muriera. ¿Era Kafka un escritor o no lo era porque no había publicado? La respuesta es evidente: era un escritor. Desde una posición existencialista, un escritor es aquel que escribe, si seguimos la orientación teórica del Dansein de Heidegger. Estamos buscando a los verdaderos escritores, a los que merecen salir en las revistas, a los que ganan premios, pero esto se hace por la razón de controlar. En esto se ve como la literatura se ha burocratizado. 

Cualquiera puede escribir, valorar su calidad va a depender de los argumentos de quienes se den a esa tarea, que evidentemente va  a estar parcializada por los valores literarios de su época. Me refiero a la crítica literaria. Pero la crítica se complica, porque toda crítica va a depender de la ética y el sentido de la ética en los círculos donde se busca el control del poder es algo que se pierde a cada instante. La crítica no puede obedecer a elementos de interés propios o que favorezcan a terceros y siempre debe ser ejercida con el mayor cuidado y debe de estar bien sustentada. 
Un escritor no es escritor porque publique libros, un escritor existe cuando funda una relación particular y distinta con el lenguaje y por los conocimientos que tenga del ser humano, como lo fue el caso de Kafka.  
Comparando a Hemingway y Kafka, el primero obtuvo notoriedad en vida y escribió libros de calidad. Lo que nos lleva a decir que no importa que un escritor sea reconocido o no, lo que no se puede hacer es medir la calidad con obras publicadas, con fama, con los viajes o premios literarios que tenga. Cortázar sólo ganó un premio literario y fue en reconocimiento a su obra. Un escritor no se funda en la imagen, en lo imaginario, se funda en lo real de su práctica. 

4.       “Si nos llega dinero por nuestra obra, está bien. Pero escribir para ganar dinero es una abominación. Esa abominación se paga con el abominable producto que así se engendra”

Sábato en esta frase nos deja las cosas claras. La razón que da parece ser fácil de entender y tiene que ver –como decía en otro lugar- con prostituir lo que se hace, si se escribe por dinero en algún momento se sacrificará la calidad. Pero pongamos algunos ejemplos relacionados con la época en la que estamos viviendo. 

Las coediciones y auto publicaciones no están mal, sin embargo hay quienes lucran con esto porque no quieren tener un oficio secular. Hay quienes estas sentencias no les gustaran, pero la calidad de los libros de este tipo es cuestionable, hay quienes tienen el sueño de escribir un libro y hay quienes están dispuestos a corregir el libro o rehacerlo con tal de ganar dinero, aunque el libro sea de mala calidad.  Hay quienes se inventan diferentes trabajos relacionados a la corrección o talleres literarios en los cuales prometen enseñarle escribir a la gente. Y sí, deben de existir maestros, pero como lo dice Pirke Avot, los maestros se encuentran en el camino. El mundo no se hizo en un día, si seguimos el relato bíblico. Existen editores que trabajan dentro de un marco ético, pero proliferan las metrópolis cumple sueños literarios y hay quien no tiene escrúpulos y por ganar dinero publican sin discriminación. Es como cuando se compra un auto o cualquier cosa, usted paga por su libro y ninguno de estos “editores” van a  decir que el producto es malo o deficiente, "el que paga, manda" enuncia la sabiduría popular. 

El escritor que se dedica a hacer este tipo de trabajos, tendrá el sesgo de sus necesidades económicas. Indirectamente no escribe para ganar dinero, pero gana dinero por otros, que viene a ser lo mismo. Creo que esto pudiese llegar a ser un problema dependiendo de los valores del editor. Entonces, ¿De qué debe de vivir un escritor? Es interesante como proliferan los diferentes centros de producción casera que se aprovechan de ese furor de quiero ser escritor, cuando se sabe que las formaciones de los mejores escritores no pasaron por un taller literario, lo que no se quiere decir que no se tuvieran maestros, ni que no deberían de existir talleres. No digo que esté mal del todo, pero si es necesario que exista un compromiso ético por parte de las personas que lideran los seminarios o talleres de escritura. Grandes compositores de música recibieron clases de composición con otros igualmente grandes, es algo válido totalmente. Sin embargo no eran lecciones formativas, ya cada uno de aquellos compositores tenía un camino recorrido. La creación literaria no se puede comercializar, se comercializan los libros.  No es un tema de mercado, es de contenido, de lectura, de pasión y obsesividad por interrogar al ser humano. La comercialización ha llegado sin ningún reparo a las editoriales y se infiltra en la creación literaria vendiendo la posibilidad de generar en el otro, en los que se acercan por primera vez al mundo literario un sueño materializado sin el menor esfuerzo. El maestro no forma al escritor, lo orienta, pero anteriormente este tienen que estar listo, se tuvo que haber descubierto como tal.

5.      Una no-conclusión

Nadie puede definir quién es un escritor o no. El escritor se autodefine como tal sabiendo que el camino de la escritura es riguroso y que no depende de las modas, ni de los artificios. Está convencido que escribir es un oficio y aprende de sus maestros principales que son sus libros, busca el solo, se convierte en autodidacta y tiene encuentros con personas que llama maestros, que a su vez, lo ayudan a encontrar su propio camino. Se sometió a comprender, a esforzarse desde el fanatismo más consecuente con sus ambiciones, con su obra, es un trabajo de sinceridad y de introspección. Primeramente, un buen escritor es un gran lector y por esta sencilla razón va a tener un saber particular en relación a su trabajo. Sería como un intérprete de música clásica: todo buen intérprete sabe si puede llegar a ser compositor o no. Una persona que sea un buen lector, que le guste las letras puede ser un buen profesor de español, de idiomas o filólogo, o incluso un buen editor o promotor cultural, pero sabe que el camino de la creación literaria no está reservado para él, por su pasión por la literatura se dará cuenta. No es tiempo perdido. Alfredo Eidelztein decía en uno de sus seminarios, que si estudiaban a Lacan, talvez no lo iban a llegar a entender del todo, pero de que iban a ser más cultos, eso era un hecho. Pasa así con la formación literaria, quién sólo aspire a escribir y ser reconocido, una vez que cumpla su objetivo se olvidará también de la creación literaria. El tema de la escritura y de la formación, pasa por la ética.  
La crítica es importante, pero no es definitiva. La crítica debe de estar atravesada por las nociones éticas ¿Para qué voy a criticar tal o cual obra? ¿Con qué finalidad hago crítica literaria? La crítica, a mi parecer, debe de ser una guía y no un ataque sin fin a autores escogidos por sus debilidades. 

Entonces ¿Quién puede escribir?  ¿Quién debe ser publicado? La respuesta es que cualquier persona puede hacerlo, no existe ni debe de existir una institunalización de la literatura, no debe de haber control hegemonía de un presidente de una revista, debe de existir crítica ética y no esa crítica populista que  busca es engrandecer y controlar, obtener el poder sobre lo que se quiere decir. Es contraproducente que la gestión literaria sirva para propósitos de control y de establecimientos de jerarquías de poder. La literatura, el arte está estructurado en contraposición a estos discursos unidimensionales.

Ahora, hay una aparente contradicción, porque no todos lo que dicen ser escritores deberían de publicar. Bueno, pues para eso debe servir la ética propia y si uno se va autonombrar como escritor e sporque cree tener los méritos suficientes para hacerlo. Al final, es un asunto de dignidad y desafío.  Editoriales independientes sí, claro pero con apoyo para que no sucumban a la proliferación de obras sin el más mínimo sentido literario. Por eso es necesario que existan editores y profesionales alrededor de la literatura que ayuden al escritor que entre leer, investigar y escribir no le queda mucho tiempo. 

Escribir es como cocinar, es vital el alimentarse, y bajo este punto, cualquiera puede hacerlo. Sin embargo existirán restaurantes exclusivos que solo algunos conocerán, restaurantes masivos con ofertas y promociones etc. El mundo literario no está regulado, pero tiene sus leyes al igual que la cocina y como muchos cocineros, hay escritores que tienen sus secretos bien resguardados.  
Si somos consecuentes con que la literatura, que nos separa de los universales, debemos de pensar que la buena y la mala literatura crecen juntas, las flores se destacan entre la mala hierba, así como existe el mal, el bien sobresale; como aquella flor dibujada por Huidobro en uno de sus poemas.


Jorge S. Massey



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